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¿Qué es "neurospicy"? Una psicóloga explica el término y la neurodivergencia


Ilustración plana de un cerebro estilizado dividido en seis secciones tipo puzzle con colores vivos, rodeado de formas abstractas, y la palabra “NEURODIVERSITY” en azul sobre fondo blanco texturizado.

¿Qué es "neurospicy"?


Como psicóloga general sanitaria, a menudo escucho términos novedosos que surgen en las redes sociales para describir experiencias de la mente. Uno de estos términos que ha ganado popularidad recientemente es "neurospicy". Quizá hayas visto a personas describirse a sí mismas como neurospicy en TikTok, Instagram o foros online, y te preguntes qué significa exactamente.


En esta entrada, voy a explicarte qué es "neurospicy" y cómo se relaciona con la neurodivergencia, basándome en mi experiencia clínica y en datos reales, de una manera cercana pero rigurosa.


Mi objetivo es que, al terminar de leer, comprendas el concepto y te sientas acompañado/a si te identificas con él.



¿Qué es la neurodivergencia?


Antes de entrar de lleno en neurospicy, conviene entender el concepto más amplio de neurodivergencia. La neurodivergencia se refiere a las variaciones en el funcionamiento del cerebro humano que se apartan de lo que suele considerarse "típico".


En otras palabras, una persona neurodivergente tiene un cerebro que procesa la información, aprende y socializa de formas diferentes a la mayoría. Este término engloba a quienes presentan ciertas condiciones del neurodesarrollo o diferencias cognitivas, como por ejemplo:


  • Trastorno del Espectro Autista (TEA) – Afecta aproximadamente a uno de cada 100 niños​ who.int, caracterizado por desafíos en la comunicación social y por comportamientos e intereses restringidos o repetitivos.


  • Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) – Se estima que alrededor del 5% de los niños a nivel mundial presenta TDAH, lo que implica dificultades para mantener la atención, hiperactividad y/o impulsividad.


  • Dislexia y otras dificultades de aprendizaje – Por ejemplo, la dislexia (dificultad específica en la lectura) puede afectar a entre un 5% y 10% de la población, y es otra forma de neurodivergencia.


  • Otras condiciones neurodivergentes – Incluyendo la dispraxia (dificultad en la coordinación motora) y ciertos trastornos del procesamiento, entre otras.

    Existe debate sobre si algunas condiciones de salud mental,

    (como el Trastorno Obsesivo-Compulsivo o el trastorno de ansiedad) debieran considerarse neurodivergencias, pero por lo general, el término se aplica a diferencias presentes desde el desarrollo infantil.


Ser neurodivergente no es algo negativo en sí mismo: simplemente indica que el cerebro de esa persona funciona de manera distinta. A lo largo de mi vida, he conocido a personas neurodivergentes que, con el apoyo adecuado, aprovechan sus fortalezas únicas (como la creatividad, la atención al detalle, la capacidad de hiperfoco, etc.) y desarrollan estrategias para manejar sus desafíos. La neurodiversidad nos recuerda que no existe un "cerebro estándar" único, sino una diversidad natural en cómo pensamos y sentimos.



El término "neurospicy": significado y origen


Ahora sí, ¿qué significa "neurospicy"? Este término es un coloquialismo en inglés formado por neuro- (de neurodivergente) y spicy (picante). Literalmente podría interpretarse como "neuro(picado)" o "cerebro picante". "Neurospicy" es una forma informal y lúdica de decir "neurodivergente". En lugar de decir "soy neurodivergente", algunas personas dicen con humor "soy neurospicy", insinuando que su cerebro tiene un toque "picante" o especial en comparación con el neurotípico (cerebro típico).


Este neologismo surgió en comunidades de personas neurodivergentes en Internet, especialmente en plataformas como TikTok y Reddit, en 2021. Fue adoptado como una etiqueta identitaria positiva. Decir "mi cerebro es neurospicy" es una manera desenfadada de expresar orgullo o aceptación de la propia neurodivergencia.


En cuanto al origen exacto del término, se suele atribuir a Myst Schaber, una activista autista en redes sociales que al parecer acuñó o popularizó "neurospicy". A partir de ahí, la palabra se viralizó. Hoy en día, si buscas "#neurospicy" en TikTok, encontrarás millones de vistas y publicaciones de gente compartiendo anécdotas sobre sus cerebros "picantes", ya sea hablando de sus experiencias con el TDAH, el autismo u otras condiciones. Incluso han aparecido productos con esta palabra (tazas, camisetas, pines con la etiqueta "neurospicy"), evidencia de su difusión más allá de las redes.


Es importante destacar que "neurospicy" no es un término médico ni científico. Si vas al psicólogo o al psiquiatra y dices "soy neurospicy", puede que te sonrían, pero oficialmente te hablarán en términos de TDAH, TEA, etc. Aun así, desde mi perspectiva profesional, veo valioso que existan estos términos informales: ayudan a muchas personas, especialmente jóvenes, a sentir su neurodivergencia con orgullo y humor en vez de con estigma o vergüenza. Al adoptar una palabra graciosa, se resta dramatismo y se crea un sentido de comunidad ("somos el club neurospicy"). En mis sesiones, cuando un paciente adolescente me dijo "creo que soy un poco neurospicy", entendí al instante a qué se refería, y eso nos sirvió de punto de partida para hablar de su identidad y sus necesidades.



Neurodivergente vs. neurotípico: entendiendo las diferencias


Al hablar de neurospicy, también surge inevitablemente el término neurotípico. Llamamos neurotípicas a las personas cuyo desarrollo neurológico y cognitivo entra dentro de lo que la sociedad considera estándar o común. En cambio, las personas neurodivergentes se desvían de esa norma neurológica.


Las diferencias clave pueden manifestarse en varias áreas de la vida diaria:


  • Comunicación y sociabilidad: Una persona neurotípica suele manejar con facilidad las interacciones sociales implícitas, los matices sociales, el contacto visual, etc. En cambio, alguien neurodivergente (por ejemplo, con autismo) podría encontrar desafiantes ciertas convenciones sociales o formas de comunicación no verbal, prefiriendo interacciones más directas o literales.


  • Procesamiento sensorial: Muchos neurotípicos filtran estímulos sin problema, mientras que un neurodivergente puede sentirse abrumado por luces brillantes, ruidos fuertes o cierto tipo de contacto físico. Esto no es capricho; su sistema nervioso simplemente funciona así.


  • Atención e intereses: Las personas neurotípicas suelen distribuir la atención de manera más "equilibrada" entre estímulos. En contraste, alguien con TDAH puede tener dificultad para concentrarse en tareas monótonas pero, a la vez, ser capaz de hiperfocalizarse intensamente en aquello que le apasiona. De igual modo, un neurodivergente podría desarrollar intereses específicos muy profundos (a veces llamados "hiperfocos" o "intereses especiales") en temas que le fascinan, dedicándoles más tiempo y energía que el promedio.


Estas diferencias no implican que un tipo de cerebro sea superior. Como profesional, sostengo firmemente la idea de neurodiversidad: así como existe diversidad en la personalidad, la cultura o la apariencia, también la hay en la cognición. Cada tipo de mente aporta perspectivas únicas. Un equipo de trabajo diverso neurológicamente, por ejemplo, puede beneficiarse de la creatividad de una persona con TDAH, de la atención al detalle de una persona con autismo y de la habilidad social de una persona neurotípica, todas complementándose. Por ejemplo, cuando hacen una obra de construcción, tiene que venir el arquitecto, los albañiles, electricistas, etc... Cada uno aportando lo suyo.



¿Quiénes se consideran "neurospicy"?


Dado que neurospicy es sinónimo de neurodivergente, cualquier condición neurológica o del desarrollo que no sea neurotípica entraría en esta categoría. Los ejemplos más comunes ya los mencionamos: autismo, TDAH, dislexia, etc. Pero vale la pena aclarar algunos puntos que suelen generar preguntas:


  • ¿Los trastornos mentales comunes (ansiedad, depresión) o trastornos como el TOC cuentan como neurodivergencia? En general, no se consideran neurodivergentes per se. La ansiedad y la depresión, por ejemplo, son condiciones que pueden afectar a cualquiera, sea neurotípico o no, y suelen ser transitorias o tratables. Tampoco trastornos psiquiátricos como el TOC (trastorno obsesivo-compulsivo) o la esquizofrenia se incluyen entre las condiciones neurodivergentes "clásicas". Estas se enfocan más en diferencias del desarrollo neurológico. No obstante, todos estos trastornos pueden coexistir con la neurodivergencia (una persona autista puede tener ansiedad, una persona con TDAH puede tener TOC, etc.), pero no hacen a alguien "neurospicy" por sí mismos.


  • ¿Se nace neurodivergente o uno se vuelve así? En la mayoría de casos, la neurodivergencia es algo con lo que se nace. Por ejemplo, el autismo y el TDAH tienen un fuerte componente genético y se manifiestan desde la infancia (aunque a veces se diagnostiquen tardíamente). No es algo que "se pegue" ni que uno desarrolle por elección. Por eso, algunas personas dicen "mi cableado neuronal es diferente desde el inicio". En cambio, condiciones adquiridas por lesión cerebral o trauma podrían alterar el funcionamiento cognitivo, pero no es a eso a lo que nos referimos al hablar de neurodivergencia en este contexto.


  • ¿Existe el término "neurospicy" en español? Realmente, "neurospicy" es un anglicismo que ha sido adoptado tal cual en círculos de habla hispana en Internet. No hay una traducción directa igual de ingeniosa; lo más cercano sería simplemente decir "neurodivergente". Algunas personas usan "cerebro picante" en broma, pero no es común. Así que si ves a alguien en Twitter diciendo "ando neurospicy hoy", entenderás que está combinando idiomas para expresar que anda con sus peculiaridades neurodivergentes a flor de piel.


En resumen, cualquier persona que no sea neurotípica podría considerarse parte del colectivo "neurospicy" si le gusta esa etiqueta. Es una definición amplia y auto-identificada: si tienes un diagnóstico (o sospecha) de TDAH, TEA, dislexia, etc., podrías decir que eres neurospicy en contextos informales y de camaradería.



¿Es apropiado usar la palabra "neurospicy"?


Desde un punto de vista profesional y ético, es normal preguntarse si usar un término tan coloquial para referirse a algo tan serio como una condición neuropsicológica es adecuado. ¿Le quita seriedad? ¿Ofende a alguien? En mi experiencia, la recepción del término neurospicy ha sido variada dentro de la comunidad neurodivergente:


  • Aspectos positivos: Muchos lo ven con cariño y humor. Como mencioné, puede servir para empoderar. Personas jóvenes, sobre todo, sienten que así pueden hablar de su autismo o TDAH sin el peso de las etiquetas clínicas. Decir "soy neurospicy" a veces resulta más fácil que decir "tengo un trastorno". Además, puede generar conexión instantánea; es como un guiño que solo quienes están familiarizados con el tema entienden. En consulta, he notado que cuando yo, como psicóloga, muestro entender términos como este, mis pacientes se sienten más cómodos y comprendidos.


  • Posibles aspectos negativos: Por otro lado, hay quienes opinan que tanto eufemismo puede trivializar las dificultades reales. En redes he visto comentarios tipo "ser autista no es algo 'spicy', es una condición seria, no un aderezo". Algunas personas, especialmente adultos que llevan años luchando por apoyos y reconocimiento de sus necesidades, sienten que neurospicy podría restar importancia médica a sus experiencias. Incluso se teme que gente sin diagnóstico pueda autoproclamarse "neurospicy" por moda, diluyendo el significado y quizá desvirtuando la neurodiversidad (un poco la preocupación de que se vuelva una etiqueta vacía de TikTok).


Como psicóloga, mi postura es de equilibrio. Me parece fantástico cualquier término que promueva la aceptación y sirva de puente comunicativo. Si decir "neurospicy" le arranca una sonrisa a alguien y le hace sentir orgullo de su cerebro único, bienvenida sea la palabra. Al mismo tiempo, siempre recuerdo en mis escritos y sesiones que detrás del humor hay realidades que merecen atención seria. En un informe clínico o al solicitar adaptaciones en la escuela/trabajo, seguiremos usando los términos oficiales (TDAH, TEA, etc.). Pero en espacios divulgativos o de apoyo mutuo, neurospicy puede tener su lugar sin problema. No hay una regla estricta: lo importante es respetar cómo cada quien quiere definir su propia experiencia.



¿Cómo saber si soy neurodivergente (o "neurospicy")?


Puede que mientras lees esto te estés preguntando: "¿Me identificaré yo con esto de ser neurospicy? ¿Cómo saber si mi cerebro es neurodivergente?". Esta es una pregunta común, y te contestaré primero como psicóloga y luego como alguien que te habla de igual a igual:


  • Observa tus patrones y compara con información fiable: Si siempre has sentido que piensas o percibes distinto a los demás, que ciertas cosas cotidianas se te hacen más difíciles (o más fáciles) que a la mayoría, podría ser una señal. Por ejemplo, si de niño no podías mantener la atención en clase pero sabías todo sobre dinosaurios con lujo de detalle, o si te agotan socialmente situaciones que a otros les resultan triviales, son indicios de posibles diferencias neurocognitivas. Informarte es un buen primer paso: hoy hay tests de tamizaje en línea para TDAH o autismo (no dan diagnósticos definitivos, pero pueden orientarte).


  • Busca una evaluación profesional: La única manera de tener certeza es mediante una evaluación diagnóstica realizada por psicólogos, psiquiatras o neurólogos especializados. Esto implica entrevistas, cuestionarios, a veces pruebas neuropsicológicas. Sé que puede imponer un poco de respeto dar este paso, pero un diagnóstico certero puede ser liberador. Muchos pacientes me han dicho que obtener el diagnóstico de autismo o TDAH en la adultez fue como encajar las piezas de su vida: "Ah, con razón me pasaba esto...". También permite acceder a recursos, adaptaciones en estudios/trabajo y tratamientos si hicieran falta.


  • Conecta con la comunidad: Una gran manera de explorar si eres neurodivergente es conectando con otras personas que lo sean. Leer historias de autistas o personas con TDAH y pensar "¡esto que describe me pasa tal cual!" es muy revelador. Existen comunidades en línea (grupos de Facebook, hashtags de Twitter, foros) y también asociaciones locales. Compartir experiencias puede darte pistas y, sobre todo, apoyo emocional.


Recuerda que ser neurodivergente no es un diagnóstico médico en sí, sino un paraguas amplio. Si al final del camino descubres que efectivamente eres autista, TDAH, disléxico u otra condición, seguirás siendo tú, solo que con más conocimiento sobre ti mismo/a. Y si resulta que no encajas en ninguna categoría diagnóstica específica pero de todas formas te identificas con la neurodiversidad, también está bien. A veces las etiquetas ayudan, pero no definen todo tu ser.



Conclusión


En primera persona y desde mi rol profesional, he querido desglosar el fenómeno de "neurospicy" porque sé que genera curiosidad y a veces confusión. Ser neurospicy es, en esencia, ser neurodivergente y abrazarlo con humor y orgullo. Hemos visto qué abarca la neurodivergencia, de dónde viene este peculiar término y cómo se vive en el mundo real.

Quiero que te quedes con esta idea: no estás solo/a en tu neurodivergencia. Cada vez más personas comparten sus historias y normalizan estas diferencias. Como psicóloga, me inspira ver una generación que transforma el potencial estigma en identidad positiva. Si te consideras neurospicy, te animo a seguir aprendiendo sobre tu forma de ser, a buscar apoyo cuando lo necesites y a conectar con otros "cerebros picantes" 😊. Y si recién estás descubriendo estos conceptos, espero que esta explicación te haya sido útil para comprender mejor a quienes piensan y sienten de manera diferente.


¡Tu cerebro, con sus particularidades, importa y enriquece al mundo!




Acerca de la Autora


Neretva Psicóloga General Sanitaria Colegiada Nº AN12813


Especializada en la intervención en infancia y adolescencia, aplico terapias basadas en la evidencia para crear entornos seguros que promuevan un desarrollo saludable.


Mi formación incluye un Doble Máster en Psicología General Sanitaria e Intervención Infanto Juvenil, así como un Grado en Psicología por la Universidad de Sevilla.


Además, he complementado mi perfil profesional con cursos en psicooncología, terapia de pareja, intervención en trastornos psicóticos y estrategias para la prevención e intervención en conductas suicidas, entre otros.


Contacto:


Teléfono: 611 92 94 34



 
 
 

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